NÚMERO 38

Llueve, son las 6 de la tarde, uno de esos días en los que solo un loco saldría a la calle.
Te veo, tú pasas rápido, sencilla e inminente.
Yo me escondo en un portal, agazapado, te miro entre la lluvia…
Nunca me concedes una mirada pero yo sigo ahí, mojándome.En un preciso instante, décima de segundo, tus ojos hacen un amago y se cruzan con los míos, por un momento creo tenerte, pero veo como te alejas calle abajo, no quieres problemas, lo admití hace mucho tiempo. Me duele el saber que no hace más de un mes cogías mi mano y me prometías el mundo, afirmando una melodía armónica que tapaba mis oídos con dulces cantos y palabras vacías. Me duele al pensar que yo te di mis peores pesadillas y mis mejores sueños, para que luego los tiraras por el suelo y despreciaras tanto esfuerzo puesto en una historia con final premeditado. Me duele la forma que tenías de besarme porque mi último suspiro de vida se iba con tus pasos. Y a veces la coincidencia me hace recordar aquellos besos suaves y largos, luego me dabas uno más tímido y callado como si fuera tu firma personal. Tantas veces escribiste en mí que no hay forma de borrar esas mentiras de mi piel, parecen estar perfectamente talladas a fuego lento.
Giro la cabeza, te alejas, casi no te veo…y ahora ya no dueles, amor, doblas la esquina, desapareces entre la lluvia…pero mi vida ya no se va contigo.
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